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Los orígenes del Jiu-Jitsu: la historia detrás del arte

Mientras te pones tu kimono de Jiu-Jitsu y saboreas tu bebida de açai antes del entrenamiento, ¿en qué reflexionas? Si eres como muchos practicantes de Jiu-Jitsu, te ilusiona recordar los giros, los movimientos de entrenamiento y las posiciones. Pero, ¿alguna vez te detienes a pensar en cómo surgió este "arte suave"?

¿O te has preguntado sobre la evolución del Jiu-Jitsu? Por supuesto, hay una respuesta bien conocida a esta pregunta: Mitsuyu Maeda llegó a Brasil y capturó la atención de Carlos Gracie, que entonces tenía 14 años. Carlos se enamoró rápidamente del deporte; el resto es historia, como dicen.

Esa historia se cuenta a menudo y es bien comprendida y aceptada por la comunidad global del Jiu-Jitsu. Pero, ¿alguna vez te has parado a pensar qué llevó a ese encuentro? ¿Cuáles fueron los eventos que llevaron a Mitsuyu Maeda a Brasil? ¿Cómo conoció a Carlos Gracie? Si es así, este es el artículo para usted.

Los primeros años

Es difícil precisar cuándo, en qué momento o dónde se originó el Jiu-Jitsu. A pesar de que muchos historiadores y evidencias apuntan a monjes budistas en la India, los elementos básicos del agarre se remontan a lugares como Grecia, India, China, Roma e incluso a los nativos americanos.

Al intentar comprender los orígenes del Jiu-Jitsu, debemos evitar simplificar su creación a una persona, un grupo o un período. El Jiu-Jitsu, tal como lo conocemos hoy, es una forma natural e intuitiva de lucha que tuvo manifestaciones rudimentarias en diversas culturas y en diferentes momentos históricos.

Pero un arte marcial no se compone solo de técnicas o estrategias de combate. La filosofía que define el propósito de la práctica y el código moral de los practicantes es un elemento poderoso que determina la dirección del desarrollo técnico y la supervivencia o desaparición del arte en sí. Jiu-Jitsu en la India

Al considerar el marco filosófico del Jiu-Jitsu, es razonable asociar a los monjes budistas de la India, alrededor del año 2000 a. C., con los orígenes de nuestro deporte.

El sistema de valores budista de no violencia y profundo respeto por todas las formas de vida condujo al desarrollo de un sistema de autodefensa cuyo objetivo era neutralizar al agresor sin causarle daño.

Envuelto en importantes principios budistas como actuar de forma no dañina o buscar el autodominio y la iluminación, el Jiu-Jitsu satisfizo eficazmente las necesidades de autodefensa de los monjes. Con la expansión del budismo por toda la región, el Jiu-Jitsu llegó a China y posteriormente a Japón.

Jiu-Jitsu en Japón: Edad de Oro y Decadencia del Arte Suave

Si bien es seguro asumir que versiones rudimentarias del Jiu-Jitsu aparecieron en muchas culturas en diferentes épocas, el Japón feudal del segundo milenio ofreció un entorno fértil para su florecimiento.

En un país fragmentado por el sistema feudal, donde cada feudo tenía su propio grupo de guerreros (los samuráis), el Jiu-Jitsu se convirtió en una habilidad de combate necesaria para la supervivencia en combate. Sin embargo, el Jiu-Jitsu no recibió este nombre hasta el siglo XVII. Posteriormente, se convirtió en un término general para una amplia variedad de disciplinas relacionadas con el grappling.

El Jiu-Jitsu evolucionó entre los samuráis como un método para derrotar a un oponente armado y con armadura sin armas. Dado que golpear a un oponente con armadura resultaba ineficaz, los practicantes utilizaban la energía de sus atacantes contra ellos en lugar de oponerse directamente a ella. Los samuráis se esforzaron por desarrollar métodos eficientes para neutralizar al enemigo con técnicas que aprovechaban esta energía.

Sin embargo, con la Restauración Meiji, un movimiento político que puso fin al sistema feudal japonés e impulsó la modernización del país, la prestigiosa clase samurái perdió su importancia primordial.

Las radicales transformaciones políticas, culturales y sociales del Japón del siglo XIX hicieron que el Jiu-Jitsu pasara de ser un arte de combate respetable a una práctica ilegal. En pocas décadas, el Japón moderno pasó de venerar a laclase guerrera a reprender los sangrientos combates que libraban los antiguos samuráis desempleados y sus discípulos. Kano Jiu-Jitsu

Jigoro Kano (1860-1938), miembro del Ministerio de Cultura y Artes Marciales de Japón, desempeñó un papel fundamental en el rescate de la reputación del Jiu-Jitsu en tiempos de paz.

Kano comprendió cómo el Jiu-Jitsu podía servir como herramienta de combate y como una forma eficaz de educar al individuo, permitiendo a todos adoptar un estilo de vida más equilibrado desarrollando su potencial.

Kano también se dio cuenta de que el Jiu-Jitsu podía utilizarse como una poderosa herramienta educativa que apoyaba el desarrollo de cualquier ser humano. Lo imaginó como un apoyo a los objetivos japoneses de desarrollo social y económico.

Complementando su filosofía de entrenamiento actualizada, Kano se esforzó por adoptar nuevos métodos de entrenamiento y eliminar técnicas peligrosas. Estos cambios permitieron a los practicantes realizar ejercicios seguros, pero intensos, con resistencia total: lo que hoy conocemos como sparring o entrenamiento en vivo.

Este nuevo enfoque filosófico y metodológico para la práctica del Jiu-Jitsu tuvo un impacto positivo significativo en la sociedad japonesa. Ayudó al Jiu-Jitsu a recuperar su estatus social, que había ido decayendo desde la Restauración Meiji. El nuevo enfoque se hizo famoso en aquel entonces como Kano Jiu-Jitsu y posteriormente como Judo.

Para darle mayor notoriedad y reconocimiento al Kano Jiu-Jitsu, Jigoro Kano y el gobierno japonés comenzaron a trabajar para incluirlo en los Juegos Olímpicos. A medida que el Kano Jiu-Jitsu evolucionó hacia el judo, se introdujeron numerosas reglas para redefinir el enfoque de la práctica y hacerlo más atractivo para los espectadores. En este proceso, se minimizó la lucha en el suelo debido a un sesgo hacia las técnicas de derribo.

Si bien las reformas de Jigoro Kano contribuyeron enormemente a la supervivencia de una tradición milenaria de arte marcial, el énfasis en los derribos creó un arte marcial fragmentado. El resultado fue un estilo menos conectado con la esencia del Jiu-Jitsu y la realidad del combate real.

Paralelamente a la recuperación de la reputación del Jiu-Jitsu en la sociedad japonesa, se produjo un declive de la lucha en el suelo, el conjunto de habilidades de combate más poderoso que el Jiu-Jitsu podía ofrecer.

Entre los alumnos más destacados de Kano, sin embargo, se encontraba Mitsuyu Maeda. Maeda fue un luchador que se benefició de las innovaciones de Kano, pero también tenía raíces en otras escuelas de Jiu-Jitsu que enfatizaban la lucha en el suelo y las habilidades de defensa personal en situaciones reales de combate.

Maeda, quien más tarde se haría famoso como el Conde Koma, poseía habilidades superiores a la media y fue enviado al extranjero para ayudar a difundir el Jiu-Jitsu en diferentes culturas y países.

Tras viajar por numerosos países, incluyendo Estados Unidos, Centroamérica y Europa, Maeda llegó a Brasil en 1914. Allí conoció a un joven llamado Carlos Gracie y plantó la semilla que mantendría viva la esencia del Jiu-Jitsu.

Maeda conoce a Gracie

En 1914, Maeda llegó al estado norteño de Pará, Brasil, para ayudar a establecer la colonia japonesa en esa región. Al establecerse en Belém do Pará, era habitual que Maeda utilizara sus excepcionales habilidades de combate en demostraciones

La primera vez que Carlos Gracie conoció al Conde Koma fue una de estas demostraciones. Carlos quedó asombrado por la capacidad de Maeda para derrotar a oponentes mucho más grandes y fuertes que él.

Carlos Gracie era un niño rebelde que se estaba descontrolando ante su padre, Gastão, y su madre, Cesalina. Enérgico y rebelde, Carlos les estaba dando mucho trabajo a sus padres. Sabiendo que Maeda acababa de empezar un programa de Jiu-Jitsu en la ciudad, Gastão decidió llevar a Carlos a aprender con los japoneses para calmar y disciplinar a su hijo.

Carlos Gracie

Carlos se inició en el Jiu-Jitsu a los 14 años. Se convirtió en un ávido estudiante durante varios años. El entrenamiento con Maeda tuvo un profundo impacto en él. Nunca antes había sentido el nivel de autocontrol y confianza que la práctica del Jiu-Jitsu le proporcionaba.

La conexión con su cuerpo que podía sentir durante cada sesión de entrenamiento le permitió a Carlos comprender su naturaleza, sus limitaciones y sus fortalezas y le trajo una sensación de paz que nunca antes había sentido en su vida.

Sin embargo, su relación con Maeda duró poco. Menos de cinco años después de su inicio, Carlos se mudó a Río de Janeiro con sus padres y hermanos, poniendo fin a su relación con Maeda.

Al llegar a Río de Janeiro a los 20 años, Carlos Gracie tuvo dificultades para adaptarse a la vida cotidiana y a un trabajo estable. Su espíritu indomable no le permitió establecerse. Extrañaba el jiu-jitsu y desarrolló un fuerte deseo de compartirlo convirtiéndose en instructor.

A principios del siglo XX en Brasil, la profesión de instructor de artes marciales no era precisamente prometedora. El conocimiento sobre ella era prácticamente nulo, lo que dificultaba enormemente encontrar estudiantes dispuestos a pagar la matrícula a cambio de la instrucción.

La pasión por el jiu-jitsu y la dedicación previa de Koma para convertirlo en campeón le permitieron a Carlos descubrir un nuevo sentido a su vida. Carlos percibía el jiu-jitsu no solo como un sistema de defensa personal, sino como una herramienta que le ayudaba a encontrar su camino en el mundo.

CARLOS PERCIBIÓ EL JIU-JITSU NO SOLO COMO UN SISTEMA DE AUTODEFENSA, SINO COMO UNA HERRAMIENTA PARA ABRIRSE CAMINO EN EL MUNDO

La Primera Escuela Gracie - El Clan Gracie

La primera Escuela Gracie de Jiu-Jitsu Brasileño fue fundada por Carlos Gracie en 1925 en la Rua Marquês de Abrantes 106, Río de Janeiro, Brasil.

A los 23 años, Carlos Gracie comprendía perfectamente los excelentes beneficios que el Jiu-Jitsu podía aportar a la vida. La escuela Marquês de Abrantes no era exactamente lo que uno esperaría, siendo la potencia pionera del Jiu- Jitsu Brasileño Gracie. Con recursos limitados y la preocupación por el bienestar de sus hermanos menores, Carlos solo podía permitirse una casa pequeña y convertir la sala en un área de entrenamiento.

Carlos sabía que sería imposible lograr una tarea tan gigantesca solo. Sin embargo, con esa casa, Carlos unió a sus hermanos y los involucró en su proyecto de vida. La primera generación de hermanos Gracie, viviendo y trabajando en esa misma casa, forjó el espíritu familiar que aún hoy sentimos. Este espíritu se transmitió de generación en generación y fue crucial para el extraordinario éxito de la familia Gracie a lo largo de los años.

Blog escrito por Flavio Almeida, cinturón negro Gracie Barra 5.º dan